Muerto antes de morir y vivo después de muerto: Maradona.


 

Pocas personas tan singulares, tan llenas de sí mismo como el 10, Diego Armando Maradona quien hizo de su vida una faena épica. Lo que hacemos en esta vida se proyecta en el mundo después de muerto. Algunos serán recordados por sus familiares y amigos, Maradona será recordado en el mundo entero por muchísimas generaciones. 

Muchas personas, no fanáticas ni del futbol ni de Diego, se preguntarán, ¿por qué tanto escándalo por un futbolista? Pero lo cierto es que podríamos preguntarnos lo mismo por cualquier celebridad. La muerte de John Lennon paralizó al mundo. La muerte de Lady D también. Lo mismo sucedió con la muerte de Mahatma Gandhi o la de Juan Pablo II. ¿Los estoy comparando acaso? Lo que comparo es el impacto, no a las personas. Tal vez en lo personal a mí ni siquiera me haya inmutado la muerte de Juan Pablo, pero deseo analizar y comprender el impacto de una persona en el mundo, sus alcances. 

Lo que sé es que una persona de influencia es una persona que produce en las personas poderosos estados emocionales. Si Michael Jackson vendía millones de discos y entradas, era porque con su música y su baile provocaba en las personas poderosos estados emocionales. La emoción es lo que vende. Se dice que los seres humanos somos seres racionales y pensantes, pero en mi opinión somos más emocionales e instintivos que racionales. Tenemos el hardware y el software para desarrollar y generar conciencia y raciocinio, es cierto, pero eso no significa que lo hagamos o la desarrollemos. Las emociones son las que nos mueven. Luego ya nomás usamos el pensamiento y el raciocinio para justificar y enmascarar nuestras decisiones emocionales. 

El Diego nos emocionó, (nos sigue emocionando a todos), con sus jugadas, con sus dribles, con sus goles. Vamos, que ni siquiera tenías que ser argentino para irle a Argentina en el mundial cuando estaba Maradona en la cancha. Y eso es porque alguien que nos provoca tanto placer, tanta emoción y tanta alegría se gana de por vida un lugar en nuestro corazón. Pero ¿a qué precio?

Aquí el punto que deseo tocar en estas líneas. Maradona muere relativamente joven a la edad de 60 años. No digo que fuera un chaval, pero digamos que en promedio un ser humano viviría al menos 80 años. ¿Lo mataron sus adicciones? No lo diría de esa forma. Lo mataron sus emociones, sus estados emocionales. Las drogas sólo son la consecuencia del real problema. 

Dice el dicho: “De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”. Qué basura. Claro que no. ¡Ojalá! ¡Bueno fuera! El Pelusa tenía todo de poeta y loco. Los demás sólo somos pequeños animales domesticados que trabajamos para hacer funcionar el sistema. Los locos como el Pibe son los poemas que le dan sentido a nuestras vidas. Son los Jim Morrison, los Rimbauds, los Elvis Prestleys, las Madonas, los Michael Jordan, los Ché Guevara los que se rebelan al sistema, los inconformes, los que albergan un fuego diferente en el corazón, una especie no sé si de rabia o de coraje especial que los hace darlo todo para convertirse en una estrella. Primero tienen que fundirse, incendiarse por dentro, estallar, para luego terminar convirtiéndose en una estrella e iluminar el mundo. 

Maradona ya estaba muerto desde mucho antes, las drogas eran sólo una forma de automedicación. No pretendo justificarlo, ni hacer apología de las drogas, pero quiero ser claro con una cosa: todos nos automedicamos y nos evadimos con nuestras propias drogas para soportar el mundo, nuestros nudos emocionales y nuestras neurosis. En algunos son las compras, en otros el internet, la pornografia, las apuestas, el adulterio, la coca cola, el azúcar, las compras compulsivas, los medicamentos, e incluso el gimnasio. Todos nos drogamos todo el tiempo, todos nos evadimos, porque en algún momento consideramos que el mundo apesta. 

Imagina ser un dios de las canchas, ser Maradona y aún así seguir sintiendo dentro de ti la desdicha y la insatisfacción. Quienes no tenemos ese éxito, esos logros o esas ganancias aún creemos que si tuviéramos todo eso seríamos felices, pero ¿y si alguien como Diego ya lo tuvo y vio que no pasaba nada de eso? Te mueres por dentro, y sigues, bailas, comes, te procuras el placer de diferentes formas. Sigues en la postura de la rebeldía y vives hasta que mueres. 

¿La vida del rockstar es complicada? Por supuesto. Y Maradona era el rockstar del balón. “Iluminarse es eliminarse” dice un antiguo proverbio. “Todos quieren ver cómo te destruyes y te haces pedazos tú solo” decía Rimbaud. Eso hizo Maradona y hoy su cuerpo físico, su cerebro y su sistema nervioso se han apagado, pero todavía tenemos mucho de su luz y de sus goles para muchos, muchos años. La luz que dejó el 10 no se apaga con el tiempo.  


CARLOS REYES ÁVILA

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