CLÍNICA DE REHABILITACIÓN

 


Una red de besos infinitos entrelaza nuestros nombres. Una red de pulsaciones nos captura. Aquella noche habíamos bebido demasiado. Claudia, la otra… la bruja, había sacado su guante negro para echarme las cartas, pero yo quería romperla toda y arrancarle a mordidas la poca decencia que le quedaba. Sus gatos andaban de mirones ¡Y qué bueno! Quería que vieran cómo penetraba a su dueña en la sala de su casa. Habíamos bebido demasiado y era tarde. Nos enredamos a la velocidad de la luz. Cuando me di cuenta ya estaba entre sus piernas comiéndole el alma. Después sólo recuerdo el mar de fondo entre sus otros labios, su saliva y sus lindas tetas, como pequeños incendios controlados, sus gemidos llenos de infinito, el sabor de sus orejas y los rasguños en mi espalda. ¿Cómo demonios terminé internado en esta clínica de rehabilitación? 

     Extraño su sexo. 

     Extraño sus nalgas. 

     Extraño incluso su carácter de basura.


Nos veremos dentro de algunos meses, bruja. 

Ya pronto está por amanecer. 

Al fin podré fumar.


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