FOLLANDO CON EL PATO DONALD (cuento)
FOLLANDO CON EL PATO DONALD
A Mariana le encantaba el pato Donald. No había artículo del chingado pato que no tuviera: posters, videos, calcomanías, playeras, calzones, tazas, sábanas... ¡Todo! La méndiga tenía la parafernalia completa del pato Donald.
- Estás bien pinche enferma, Mariana, -le dije. Ya nada más falta que te lo cojas.
- Pues no estaría mal.
- Vete a la feria, wey, ahí hay un carrusel con varios monos, creo también está el pato Donald. Ve y siéntate en él. Si te tomo una foto va a parecer que te está cogiendo por detrás.
- Estaría bien, pero no me la puedo tomar desnuda. Ahora que si me ayudas...
- ¿A qué?
- Pues a tomarme la foto. Nos metemos un día cuando esté cerrado. Me llevo un vestido con nada abajo, me encuero de volada y me tomas la foto.
- ¿Es en serio, pinche loquita?
Nomás se me quedó viendo y no dijo nada, pero estoy seguro de que sí quería la wey. No me asustó. Para loquitas ya tenía callo. Ahora que pensándolo bien, ya le traía ganas a Mariana desde hace rato, pero cómo compites con un chingado pato. De menos la iba a ver en pelotas. Igual y sí se andaba armando. Pero ¿Sería en serio? ¿Estaba tan pinche loca? Qué putas preguntas me hago, ¡A huevo! Si mamaba al pato. Le dije que sí, que le tomaba la foto, pero que después cogiera conmigo.
- Si te vistes de Donny, sí. –me dijo.
¡Donny! ¡hazme el rechingado favor! Ya hasta le hablaba bonito. ¡Qué más! Le dije que sí. Además me dio un chingo de risa imaginarme vestido del pato, con la camisita azul, las bolas al aire, y con una boinilla para no perder el estilo. Y me la iba a coger. A chingar a su madre el pato Donald, pensé. Que el pato la caliente y yo se la dejo ir. Buen plan, me pareció.
No tuvimos que ir a la feria. Era mucha bronca meterse sin que nos vieran los de seguridad. Pensé darle una lana a alguno, plantearle el plan y listo. Por una feria ni modo que me dijera que no. No nos íbamos a tardar nada. Pero luego pensé en cuánta lana le tendría que dar, y si me salía mojigato el cabrón. Mucho pedo. Busqué otro carrousel en otro lugar y encontré uno en una plaza. Si caemos ya muy tarde y lo hacemos en caliente sí se hace. Le conté el plan a Mariana y fuimos esa misma noche. En el camino estaba que me fundía nomás de saber que debajo de ese vestidito no traía nada, que andaba a rais, que se iba a encuerar, la iba a ver en pelotas y luego me la iba a coger. ¡Oh, bendito pato Donald! Su majestad. Qué buen personaje amigo de los pobres desvalidos como yo, que no había conseguido ni fajármela en varios meses. Nomás apareció el pato y me hizo el sueño. Todas las chavas deberían de tener una obsesión así, pensé.
Cuando llegamos a la plaza, yo ya tenía lista la cámara para darle trámite de volada. Fuera vestido, clic y listo, a coger. Vimos que no hubiera nadie cerca, chequé la luz y le dije a Mariana: en caliente, mi reina. Pa’pronto se tiró el vestido, se montó y puso cara de puta. Parecía que de veras se la estaba cogiendo el pato. Se bajó, se puso el vestido y nos fuimos.
- A pagar, mi reina, ya está tu foto.
- Vamos ¿traes el traje?
- ¿Cuál traje?
- El de Donny, wey. Te dije que sí, si te vestías de Donny. Yo ya estoy lista. Me calenté en el parque pero si no, no.
¡Pendejo! Por andar en la calentura se me olvidó el pinche traje. Ni lo conseguí. Se me hizo tan fácil todo. La gloria al alcance de mis manos, que de lo último que me acordé fue de conseguir el disfraz. Tenía condones, dinero para el hotel, estaba el pato, la cámara, el rollo, el flash, Mariana sólo con un vestido, desnuda mientras simulaba que la follaba el pato... todo, menos el pinche traje.
- Te chingaste, -me dijo. Mañana no sé si vaya a querer, o si me dejen salir mis papás. Yo cumplí. Que a ti se te haya olvidado el disfraz no es mi culpa.
Al día siguiente conseguí de todos modos el traje. Lo tuve que comprar porque no tenían de renta. Le hablé a Mariana y se rió de mí.
- Lo que hacen los hombres con tal de coger, dijo. No puedo, mi rey, mis papás me castigaron por llegar tan tarde anoche. Pero gracias por la foto. Deberías de venir un día vestido así para verte, o tomarte una foto para que me la mandes. Chance y se me antoje y te haga el favor.
Me colgó. Todavía pensé en tomarme la foto, pero de inmediato me volvió la cordura y me dije: ¿Pos qué chingados estoy pensando? ya me veo con la camisa puesta, las bolas al aire y la boinilla para no perder el estilo. Qué pendejo soy. Me quedé con el traje, una copia de la foto y un puto coraje que todavía no se me pasa. Estoy seguro que Mariana se sigue masturbando con la foto en la que se la folla el pato Donald.
Del libro: SIX PACK
Editorial Atemporia



Comentarios
Publicar un comentario