SIX PACK


 

SIX PACK

 

            Terminé con un six pack en la mano caminando por calles que no reconocía. No me importaba si de pronto me topaba una patrulla y me levantaba. Eso me tenía muy sin cuidado. Cuando la has embarrado tanto como yo entiendes que esas minucias, nada pueden importar. Yo llevaba 26 pesos en la bolsa, un bote en una mano y el resto del six pack en la otra. El dinero, muy a la fuerza se lo quité a la puta con la que amanecí. Cuando comencé la noche llevaba yo tres mil pesos en la cartera. Ya a esa hora lo único que me quedaba eran las cervezas. Mi idea era tomar un taxi y pedirle que me llevara a mi casa por los 26 pesos, no sabía si aceptaría o no, ya que no sabía dónde me encontraba, pero tenía la idea de que si el precio era mayor tal vez podría ofrecerle una de mis cervezas.

            Hay un momento de la noche en el que te ves a ti mismo caminando por entre la gente sin saber dónde estás ni hacia dónde te diriges, no sabes si estás solo o si vas acompañado, es como si no retuvieras información, como si no tuvieras memoria a corto plazo, o como si hubieras estado dormido y de pronto te vieras ahí simplemente caminando. 

            Me senté en una mesa con una de las putas del lugar, no le pedí permiso, sólo me senté. Le dije que esa noche me la iba a llevar a un motel para cogérmela toda la noche, y que en el camino compraría un six pack, pero que sólo le iba a dar una. No sé si me contestó o qué fue lo que me dijo, sólo recuerdo que yo sentía tener el control. Me encontraba sentado en una mesa con la puta viendo cómo en la pista los demás simplemente bailaban con puras arañas sintiéndose soñados. Me levanté y le dije a la morrita que no se fuera a ir, que más tarde nos iríamos. No sé a donde iba ni por qué, sólo sé que en un momento otra morrita me tomó del brazo para decirme que le tenía qué pagar.

 

-          ¿Qué te tengo qué pagar?

-          Me debes 100 pesos por bailar y sentarme con tu amigo

-          ¿Cuál amigo?

-          Ese amigo

-          Ah

 

Fue cuando vi que no iba solo. Pedro estaba conmigo y en ese momento ya bailaba con otra morra. No supe si la puta me había mentido o no, el punto es que saqué el dinero y se lo di, pero no sin antes decirle:

 

-          Así fueras para coger

 

Lo chistoso fue que no se enojó, se me quedó viendo como queriendo descifrar si eso había una invitación. Me reí, la agarré de la cintura, me le pegué bastante y le dije:

            -¿Qué, quieres ir a coger o qué?

 

Me dio risa su respuesta, me dijo que como yo quisiera, pero se notaba que ardía porque me la llevara. Le dije que no, que se fuera con Pedro, porque a mí no me gustaba. Se fue emputadísima, pero bueno, ¿a mí qué?

            Cuando acordé ya estaba nuevamente sentado en la mesa con la puta del principio. Entonces tuve un flash back, antes de estar tan ebrio la había visto con otro tipo ahí en esa misma mesa como haciéndose del rogar. Me acuerdo que me gustó porque entendí que ella se manejaba con cierta exclusividad. Digamos que era de las putas caras, no agarraba a cualquiera. Además en el alucine de mi borrachera me acuerdo que me pareció bonita, era carnosita sin ser gorda pero bonita, blanca de cabello negro. 

            A cada rato yo llegaba ahí a la mesa y me sentaba como si fuera mía. Luego me dio risa cuando descubrí que la mesa era de ella, que era como su oficina, digamos, ahí despachaba a los cristianos y decidía quién sí y quien no se podía sentar con ella. Esa era su mesa de negociaciones. Pero a mí me valió madre y yo me senté como si fuera mi mesa y simplemente le dije que esa noche me la iba a coger hasta que me pidiera clemencia. Le dije que me la iba a coger como nunca jamás se lo habían hecho. El asunto fue que a cada rato me preguntaba que a qué hora nos íbamos a ir.

 

-          Oye, papi ¿y akioras nos vamos a ir?

-          Al rato, espérate, estamos chupando tranquilos

-          ¿Quieres seguir tomando? Al rato ya no se te va a parar

-          Pues me la chupas y ya.

-          ¿Y cuánto dijiste que me vas a dar?

-          Lo que me quede 

-          ¿Y cuanto te queda?

-          Como 700 pesos

-          A ver enséñamelos

-          Tengo que ir a un cajero a sacarlos

-          A lo mejor ni es cierto

-          Sí es cierto y ya cállate y espérate.

 

 

Vi que Pedro seguía muy a gusto bailando con su gorda. Yo estaba dispuesto a largarme de ese lugar de forma discreta, solo y sin hacer aspavientos, mi plan era escaparme de todos y todas, salir y tomar el primer taxi que me encontrara y en el camino comprar un six e irme a mi casa solo. Me caga amanecer con alguien. Lo de la puta era mentira, jamás pensé en llevármela a ningún motel, sólo le dije eso por blofear. 

Apenas me comencé a dirigir a la puerta de salida cuando una arañilla me abordó, me tomó del brazo y me dijo: 

 

-          ¿A dónde vas? 

-          Ya me voy

-          ¿No me vas a llevar?

-          ¿Tú quién eres?

-          Yo soy la que estaba contigo al principio, dijiste que me ibas a llevar a un motel y me ibas a coger toda la noche

-          ¿A ti también te dije eso?

-          No sé a quién más le dijiste eso pero a mí sí, hasta me hiciste que te besara un buen rato. Me lo prometiste.

-          Mira, ya estoy muy borracho y tengo sueño, vamos a dejarlo para la semana que entra.

-          No, tú me dijiste

-          Y ¡dale!

 

La cosa se comenzó a poner fea cuando llegaron otras putas a exigirme más o menos todas lo mismo. ¿Pos qué carajos anda haciendo uno cuando funciona con el piloto automático? Y lo peor ¿pa´qué me creen? Ya me veía yo en un pedo mayor, madreado por los de seguridad y terminando en alguna patrulla. Entonces llegó mi puta favorita, la carnosita, la del cabello negro, la que hasta bonita me parecía. Les paró el pedo a todas.

 

-          Ya déjenlo, se va a ir conmigo, es mi novio.

 

Y santo remedio, ya nadie dijo nada, nadie me siguió cobrando los bailes de Pedro ni nada. Todas se hicieron a un lado y nos dejaron salir. Nos subimos a un taxi y ella le pidió que nos llevara a un cajero automático. Se bajó conmigo, a lo mejor pensó que me podía fugar. En efecto me quedaban 750 pesos, de los cuales sólo pude sacar 700. Se los di ¿me los quitó? No recuerdo. Nos subimos nuevamente al taxi y pedí llegar antes por mi six pack. En la cartera aún tenía dinero para mis cervezas. Ahí sí me bajé solo, ahí ella no se bajó conmigo, ya tenía lo que quería, lo curioso era que ella bien se había podido ir y dejarme ahí, pero no lo hizo. 

Me subí nuevamente al taxi y abrí una cerveza, no lo ofrecí. Mi six era todo lo que me quedaba, le había dado todo mi dinero pero no me preocupaba, yo estaba en paz. Me preguntó que a qué hotel íbamos a ir y le contesté que a ninguno, que yo ya no tenía más, y le dije lo que el resto de la noche le estuve repitiendo:

 

-          Ya te di todo mi dinero

 

Entonces ella le dio una dirección al taxista. ¿A dónde? Ni idea. Estaba lejos. Cuando llegamos me bajé con mi six en la mano y sin la menor intención de pagar.

 

-          ¿No piensas pagar el taxi? –me preguntó

-          No, -le respondí-, págale tú, yo ya te di todo mi dinero.  

 

Ella sabía que yo decía la verdad así que no le quedó otra más que apechugar y pagarle al taxi con mis mismos 700 pesos. Me dio risa ver cómo renegó como si ese dinero hubiera sido de ella, ¡si ni se los había ganado todavía!

Mientras pagaba el taxi observé la casa desde afuera, parecía una casa abandonada. No había puerta en la reja principal, en lugar de esto había un montón de maderas pesadas que había que mover para entrar. Cuando entramos vimos acostada en la sala a una señora. Ni siquiera a saludé. Ella me pasó a un estrecho cuarto a través de un estrecho pasillo. Había una cama matrimonial, además de eso no cabía nada más. Me dejó ahí y salió de la habitación. Cuando regresó se comenzó a desvestir, yo seguía con mi cerveza en la mano y el resto debajo de la cama. Estuvimos hablando, ella insistía en que me la cogiera como yo había prometido.

 

-          Mira, no pienso coger contigo, era mentira, yo a esta hora debería de estar en mi casa solo bebiéndome mi six.

-          Pero ya me pagaste

-          Ya sé, quédate con el dinero, te lo regalo

-          Ya no te puedo devolver tu dinero, ya pagué el taxi y el resto se lo di a la señora que me renta aquí

-          ¿Aquí viven otras putas?

-          Sí, otras dos

-          ¿Las invitamos?

-          No

 

Yo ahí dejé la plática y di otro sorbo a mi cerveza, estaba tranquilo cuando me volvió a cuestionar.

            Eres raro

            Sí, y qué

            Quiero que me cojas

            ¿No tienes sueño? Duérmete, yo me quedo aquí bebiendo, cuando amanezca me voy

            Quiero que seas mi novio

 

Me ataqué de la risa, pero no le dije nada. Se me trepó y me la comenzó a chupar. Yo estaba tan pedo que nunca jamás se me paró. Además yo no quería cogérmela. Por fin se rindió. Vi que comenzaba a amanecer y le dije que me diera dinero para irme.

 

-          ¿Yo por qué te tengo que dar dinero?

-          No tienes por qué dármelo, pero sería bueno que me lo dieras para que me fuera. Si no ¿cómo quieres que me vaya? Yo ya te di todo mi dinero.

-          Yo ya no tengo dinero

-          ¿No tienes? Si te lo acabo de dar

-          Ya se lo di a la señora

-          Ya me dijiste eso, pero cómo quieres que me vaya

-          No sé, es tu bronca

-          Ok, entonces no me voy hasta que se me acabe el six, y mira que tengo toda la noche con este bote.

-          ¿Si te doy dinero te vas?

-          Ya me estoy yendo

-          Pero ¿cuándo vienes?

-          ¿A qué?

-          Quiero que tengamos algo, tú dijiste que te gustaba.

Silencio incómodo. Absurda cabeza la de la mujer.

-          Mira tengo 26 pesos, es todo lo que te puedo dar –me dijo

-          Ni siquiera sé dónde estoy, no sé si complete

-          Es todo lo que tengo

-          Que mal pagado está tu oficio, o no sirves para el jale o eres pésima administrando.

-          ¿Me vas a buscar después?

-          No, jamás

-          Yo estoy en el bar todos los sábados, por si me buscas

-          No voy a ir

 

Y me levanté y tomé los 26 pesos. Salí y estaba amaneciendo. No reconocí la calle, seguía sin saber dónde estaba, voltee y vi que me decía adiós desde la ventana de su cuarto. Me dio lástima, de veras quería algo conmigo. Yo llevaba el six pack conmigo, nada más podía importarme en ese momento.



Del libro de cuentos "SIX PACK" 


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